Atrás queda la idea de que al sentarnos a la mesa lo realmente importante es solo la comida. Poco a poco la decoración y la vajilla ha ido cobrando importancia hasta convertirse en un elemento que suma personalidad a cada plato. De eso sabe mucho Elena, la creadora de Somos Bonjour, vajillas de cerámica hechas a mano en su taller de Madrid. Una joven emprendedora curiosa, enamorada de las cosas bonitas en tonos neutros y colores empolvados.
En el año 2016, todavía en crisis económica, Elena Meseguer decidió materializar un sueño en una realidad: Somos Bonjour. Si el nombre de su empresa es agradable, sus creaciones tampoco se quedan atrás: son vajillas hechas a mano y con mucho mimo, que han cambiado la forma de comer. La manera de diferenciarse de Elena es seguir su instinto despacio y con buena letra: «Ser fiel a mi estilo y no tener prisa por crecer. Prefiero ir despacio y hacer las cosas bien, que arrepentirme de mis pasos por ir demasiado deprisa».
Para competir con gigantes como Ikea, Zara Home o Maison du Monde (que crean colecciones nuevas en línea con las tendencias del momento), Elena señala que no se deja llevar por las modas pasajeras: «Nosotros lanzamos piezas nuevas todo el año. Cuando nos inspiramos lo sacamos y mantenemos los diseños que gustan y se venden bien».
¿Dónde encuentra inspiración para sus colecciones Elena? Pues por todos lados. Por la calle, en las revistas, Instagram, Pinterest, en viajes, libros y películas, en viajes.
Actualmente Somos Bonjour vende online y en algunos puntos de venta, pero tienen planes de seguir creciendo. Quieren abrir un taller más grande y showroom: «Bonjour es lujo silencioso sin masificar. Nuestro público quiere piezas que le acompañan en el tiempo y valoran la calidad».
Las vajillas se han convertido en un elemento de decoración fundamental para restaurantes, y algunos sitios como Cannibal Raw Bar ya nos presentan sus exquisitos manjares en platos Bonjour. Entre sus productos estrella también se encuentran los vajillas para niños.
El proceso de creación consiste en jugar con colores, texturas y materiales hasta plasmar la idea que le ronda a Elena por la cabeza. Primero hay que moldear, lijar y pulir, después se hornea y esmalta y luego se vuelve a hornear. Si lleva algún tipo de adorno, se pinta y se mete al horno de nuevo.
La historia de Elena no es única en nuestro país. Cada vez son más los jóvenes emprendedores que deciden apostar por su propio proyecto y se sienten apoyados en España. Elena cree que no debemos tener miedo a ser grandes y destacar, estar orgullosos de quienes somos y de dónde venimos.