En POMERANIA, el nuevo restaurante del Grupo RanTanPlan

El restaurante Pomerania se ha hecho con un espectacular edificio en María Molina con capacidad para 200 personas. La nueva apuesta del Grupo RanTanPlan hace guiños a la comida de autor y reinventa los mejores platos de sus hermanos Teckel, Pointer y Chow-Chow.

Pomerania es el último proyecto del Grupo RanTanPlan. Durante muchos años el chef Gonzalo Menéndez se ha dedicado a viajar a países andinos y nos trae la mejor cocina peruana, con esencia mediterránea. Los dueños querían encontrar un edificio emblemático en Madrid, donde poder seguir siendo grupo de referencia para sus clientes madrileños. El restaurante es una oda al interiorismo y la cocina de autor y está siendo todo un éxito a pesar de llevar tan sólo un mes abierto. Siguen marcando territorio con sus restaurantes con nombres de razas caninas.

Cuando entramos en el local, con su majestuosa puerta y grandes ventanales, nos dimos cuenta que el Grupo RanTanPlan ha ido un paso más allá para crear un restaurante imprescindible en la ruta de los más foodies. El ambiente es perfecto, ya que el local es muy luminoso durante el día y por la noche tiene una luz tenue anaranjada que añade un efecto de intimidad. Cada zona tiene su encanto, desde la sala principal hasta el reservado privado y la terraza con calefacción, aquí el frío no es excusa para disfrutar al aire libre.

Hemos estado en todos los restaurantes del grupo y todos destacan por un interiorismo cuidado hasta el mínimo detalle, pero nos quitamos el sombrero con Pomerania, tan grande y tan elegante. Bajo sus techos altos nos cautiva la decoración de María Villalón con un estilo nórdico renovado, con ambientes amplios, líneas puras y formas geométricas.

El nivel del servicio es impecable. Apenas esperamos a que nos sentaran. La carta promete y todos los platos nos gustan. Es difícil elegir entre tanta variedad, todo tan apetecible. Tras estudiar bien la carta, nos decidimos por la provoletta con pesto de pimiento rojo asado y langostinos tigre en tempura con salsa de chiles coreanos de Chow-Chow de entrante. El resultado es original, una mezcla de sabores única. Para continuar pedimos el arroz ahumado de presa ibérica y los medallones de rabo de toro. La presentación de los platos es espectacular y el trato de los camareros inmejorable, atentos en todo momento a las mesas para ver si falta algo, siempre amables y con una sonrisa. Pensábamos que no llegaríamos al postre pero nos dijeron que teníamos que probar la tarta de queso, esponjosa y riquísima. ¿Nuestro veredicto? 100% recomendable para ir con los amigos.